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por Neus
#26389 La convicción, imaginación y participación de los pequeños deben ser las armas para lograr que adquieran unos buenos hábitos alimenticios que les alejen de la obesidad u otras enfermedades cuando lleguen a adultos. Es una de las mejores herencias que podemos dejarles.

Como es lógico, queremos lo mejor para nuestros hijos: una buena formación, una infancia feliz, una buena salud,... en cuanto a esto último, la salud, aparte de proporcionarles la asistencia médica que necesiten, lo mejor que podemos hacer por ellos es darles unos buenos hábitos alimenticios, que son la mejor prevención contra la obesidad. Y, sobre todo, procurar que no ingresen en la edad adulta como obesos. Esto no es una posibilidad remota, ni mucho menos, porque hoy día, en España, de cada 10 niños, 4 presentan problemas de obesidad o sobrepeso.

Un primer paso es irles dando una formación nutricional correcta. Esto lo conseguiremos, poco a poco, explicándoles la importancia de nutrirse bien: lo que es bueno y lo que es malo, aquello de lo que no se debe abusar y, sobre todo, enseñarles con el ejemplo. Aprovecharemos los momentos de la compra, preparación de los alimentos y al poner la mesa, para implicarles en estas actividades y que así puedan asumir como propias las enseñanzas que les demos. En este sentido, la influencia de la familia es mucho más poderosa que la de las autoridades, médicos, profesores, y otros profesionales.

Con respecto a su alimentación, no debemos facilitarles el acceso a "chuches", bebidas azucaradas, bolleria y demás alimentos poco saludables, y lo mejor es que no los vean en casa, ni darles dinero para que los compren ellos. Por contra, hay que favorecer que tomen la cantidad adecuada de otros alimentos, y quizá los más importantes, pero problemáticos, puedan ser las frutas, verduras y pescados.

Con las frutas y verduras se puede ser creativo y permitir que ellos también lo sean: una canoa (un plátano) ocupada por dos indios (dos fresas) será devorada con más entusiasmo que si las ponemos simplemente en un plato. Ellos pueden partir la lechuga con formas fantásticas (mariposas, nubes,...), o convertir un tomate y unas rodajas de pepino en una carroza. Por cierto: si son un poco mayorcitos, les encanta batir la fruta , y si la han batido ellos, se la tomarán hasta la última gota sin rechistar. También podemos añadir fruta o verdura, finamente troceada, a los platos de carne: lomo con puré de manzana, hortalizas mezcladas con la carne picada, etc.

Respecto al pescado, lo más importante es comprar piezas que no tengan problemas de espinas: lomos o filetes de merluza, emperadur, atún,... Debemos fijarnos en las especies que tienen más aceptación para centrarnos en ellas, pero cambiando la preparación (a la plancha, empanados, al horno,...) para no cansarles. Y no olvidemos las salsas (bechamel, mahonesa, salsa rosa u otras), que a veces hacen milagros.

Y, buen provecho!


Fuente: Eroski

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por mariquilla
#26503 Mi madre me ponía los gajos de naranjas así: uno en el plato era el burrito, y otro casi partido por la mitad lo ponía encima yeran las alforjas del burrito, qué recuerdos. Las cerezas eran los pendientes, la calabaza frita con arroz era un plato de ruperta (la del un dos tres). En la ensaladilla rusa ponía con corteza de tomate los nombres de nosotras dos, en fin, a veces, sólo mirando para atrás encontamos muchas respuestas verdad, Neus?

Mamá de JULIO (3/12/2004)
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por Neus
#26505 Cuanta razón Maria.

Mi madre nos chafaba la verdura, hacia un volcán y en medio ponia un chorrito de aceite que hacia de lava. O nos hacia un volcan más cuadradito y se convertia en una casita y una cucharadita para hacer la puerta, otra cucharadita para una ventana, otra para otra ventana,...

En la sopita nos ponia (de vez en cuando) pasta en forma de letras y buscabamos nuestro nombre.

El puré de patata si le salia espeso, de vez en cuando, lo ponia en una manga pastelera, le hacia formitas y lo gratinaba (ummmm, que bueno)