Miedos en la infancia


El miedo es una parte normal tanto de la infancia como de la vida adulta, ya que es una respuesta innata y protectora ante situaciones u objetos que aparecen como temibles o peligrosos. El miedo es una emoción útil para la supervivencia del individuo y por tanto incluso los bebés más pequeños muestran reacciones de susto ante situaciones que les parecen peligrosos, como ruidos fuertes o la pérdida brusca de soporte.

Casi todos los niños experimentan miedo en alguna etapa de su desarrollo, y es interesante comprobar que tienden a tener miedos similares a edades similares.

Cuando un niño está asustado sufre exactamente los mismos síntomas mentales y físicos propios de la ansiedad (la ansiedad es un fenómeno similar, pero sin la asociación con un objeto o situación concreta), aunque de forma más intensa, y de menor duración. Cuando el miedo es de una intensidad inusual (no es posible distraerlo del objeto del miedo ni consolarlo, esta persistentemente preocupado con su miedo y este interfiere con su actividad diaria), injustificado y surgen en el niño conductas de evitación que le llevan a alteraciones en su vida cotidiana, estamos ante una fobia.

Que un miedo sea o no “racional” depende de la etapa del desarrollo a la que aparece. Por ejemplo es normal que un niño de 2 años tenga miedo a sentarse en el inodoro, pero sería irracional que uno de 8 años reaccione de igual manera.

Por tanto, para saber si el miedo es o no un problema en nuestro hijo, debemos considerar:

-¿es razonable que un niño de su edad pueda sentirse así? -¿esta situación interfiere con su vida diaria o la de la familia?

Nota: si de repente un niño presenta multitud de miedos y preocupaciones, hay que detenerse a pensar que está sucediendo en su vida. Por ejemplo, una enfermedad en la familia, demasiadas discusiones entre los padres…

También es señal de que algo sucede cuando reaparecen en un niño mayor miedos propios de etapas del desarrollo anteriores. Por ejemplo, si un niño de 7 años que ya logró cierta independencia vuelve a manifestar miedos importantes y por ejemplo, necesidad de dormir con los padres, esto puede ser síntoma de alguna situación traumática o conflictiva.

¿Qué TEMEN LOS NIÑOS?

Los miedos pueden típicamente agruparse en tres categorías principales:

-miedos medioambientales: animales, truenos, oscuridad.
-imaginarios: monstruos, fantasmas, pero también el miedo a ser tragado por el desagüe o a que sus padres desaparezcan.
-sociales: separación de la madre (real), el colegio, conocer a un nuevo grupo de personas.

La aparición de los diferentes tipos de miedo a las distintas edades, suele seguir un orden cronológico:

Resumen de los miedos mas frecuentes según la edad orientativa de aparición (Morris y Kratovich):

0-6 meses Pérdida súbita de soporte (base de sustentación), ruidos fuertes. Los bebes pequeños tienen miedo a situaciones reales (ruidos, perdida de soporte) y a la separación de la madre (que en el caso de niños pequeños no se podría considerar un miedo social, sino ambiental, ya que la madre es su mundo).

7-12 meses Miedo a las personas extrañas, miedo a tos objetos que surgen súbita e inesperadamente.

12-24 meses Separación de los padres, retrete, heridas, personas extrañas.

2-3 años Multitud de situaciones que incluyen ruidos fuertes (aspiradoras, sirenas, alarmas, camiones, tormentas, etc.), animales (ej.: perros grandes), una habitación oscura, separación de los padres, objetos o máquinas grandes y cambios en el entorno personal. miedos que aparecen durante el control de esfínteres.

Los niños a los 2 años ya tienen cierta capacidad de realizar operaciones simbólicas, y por tanto pueden imaginarse consecuencias de algunas acciones: por ejemplo: si al destapar el desagüe de la ducha, el agua se va por allí, yo también podría irme. Además su imaginación empieza a funcionar de forma acelerada, por lo que aparecen muchos miedos a esta edad. a veces, tienen sensación de miedo, pero no saben a que, y es la sociedad y su entorno (televisión, hermanos…) la que se encarga de hablarles de “monstruos”, “cocos” y demás seres imaginarios. y ellos ponen a su miedo esta etiqueta.

3 años Máscaras. oscuridad, animales, separación de los padres

4 años Separación de los padres. animales, oscuridad, ruidos (incluyendo los nocturnos)

5 años Animales, separación de los padres, oscuridad, gente “mala”, lesiones corporales

6 años Seres sobrenaturales (fantasmas, brujas, etc.), lesiones corporales. truenos y relámpagos, oscuridad, dormir o estar solos, separación de los padres.

7-8 años Seres sobrenaturales, oscuridad, miedos basados en sucesos aparecidos en los medios de comunicación, estar solos, lesiones corporales.

9-12 años Exámenes escolares, rendimiento académico, lesiones corporales, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte, oscuridad (en porcentaje pequeño).

Los miedos imaginarios persisten durante los primeros años escolares, y a ellos se añaden los miedos sociales. Estos últimos pueden persistir hasta la edad adulta. Pocos adultos tienen miedo a la oscuridad, pero muchos temen hablar en público.

Muchas veces los miedos de los niños proceden de experiencias que no pueden entender y que les asustan. Algunas de las situaciones que pueden hacer aparecer miedo en un niños son:

-Las reacciones de otras personas ante cosas o eventos. Por ejemplo el miedo intenso de otro niño ante una araña, o el pánico e una adulto ante una serpiente, pueden despertar en un niño miedo a estas mismas cosas.

-la contemplación de eventos traumáticos: ser testigo de un accidente de trafico o ver un gato atropellado por un coche. Escenas como estas pueden dejar en el niño recuerdos duraderos y muy vividos.

-la escasa autoestima o falta de auto confianza.

-Tensiones familiares duraderas u hostilidad en el seno de la familia: hacen que el miedo y la incertidumbre pasen a formar parte de la vida del niño.

-Separaciones prolongadas de los padres (hospitalización, muerte, divorcio).

-Educación inconsistente: una aproximación diferente por parte de los padres a la educación produce en el niño confusión y puede ser la raíz de algunos miedos, como el miedo a ser rechazado.

-Educar en el miedo: la educación debe ser vista como una guía que permite aprender de los fallos sin avergonzarse de ellos, sin ser ridiculizado ni castigado o dañado por ellos. Los padres deben hacer sugerencias positivas y explicar cuales son sus expectativas, antes que decir simplemente NO. cuando un niño es habitualmente ridiculizado o castigado por sus fallos, puede llegar a tener miedo de la reacción de sus padres a sus acciones. Un niño necesita que se le digan las cosas con frecuencia y necesita que se le de siempre otra oportunidad.

-Sobre protección: es necesario tomar precauciones e instruir a los niños acerca de situaciones reales de peligro y concernientes a su seguridad. Un niño de 5 años, no debería ser escoltado a casa de su vecino en general (salvo que haya sucedido algún acontecimiento reciente). Los niños a los que se protege con demasiadas precauciones pueden sentirse ansiosos y miedosos a su entorno.
Pueden pasar un mal rato intentando desarrollar sentido de independencia y autoconfianza. Por ejemplo: un niño de 7 años demasiado coaccionado, puede tener miedo de montar en bicicleta en el vecindario y mas adelante sentirse ansioso ante cualquier comportamiento que conlleve cierto riesgo. También es posible  que un preescolar al que se advierte mucho sobre no separarse de sus padres en el centro comercial, sin explicarle las razones para ello, luego puede tener miedo a ir a la guardería o a ir solo en autobús.

-Un entorno familiar miedoso puede generar un niño miedoso. Así hay familias en las que se dedica demasiada atención al miedo de los padres al mar, a los accidentes, a los ladrones, a juegos infantiles con cierto riesgo…y en estas familias es mas probable que se generen niños asustadizos.

-En momentos de estrés del propio niño (nacimiento de un hermano, una mudanza, divorcio de los padres), o algún accidente personal (caer al agua, quemarse o ser perseguido por un perro)

-El proceso de quitar el pañal: hay niños que pueden desarrollar miedos durante este proceso. Los niños no entienden el mecanismo de la cisterna, el ruido les puede asustar, el pequeño espacio. Un niño que tiene una experiencia de deslizarse dentro del váter y tocar el agua con el trasero, puede asustarse y volver a las primeras etapas del proceso o incluso necesitar una interrupción del plan «pañal-fuera» . Algunos niños pueden tener miedo a la hora de ver desaparecer la caca por el desagüe, como si para ellos fuera una parte mas de su cuerpo (como un brazo o una pierna).

-una pesadilla: ¿nunca se ha despertado de una pesadilla pensando que lo sucedido era real? durante esos primeros momentos de confusión es difícil separar realidad de sueño. Los adultos, en virtud de nuestra experiencia pasada podemos reubicarnos enseguida y darnos cuenta de que solo ha sido un sueño. Pero los niños pequeños carecen de esta experiencia y confunden el sueño con la realidad. Esto puede ser fuente de algunos miedos que nos parecen “irracionales”.

Por tanto pueden ser causados por agentes externos (una película, una historia, una conversación entre adultos hablando de ladrones por ejemplo) o por situaciones que el niño vive en su vida diaria (un compañero que le arremete o le insulta en el colegio, miedo a los exámenes, ambiente familiar demasiado tenso).

¿CÓMO REACCIONAN O SE MANIFIESTAN ANTE EL MIEDO?

Un bebe de 4 meses que siente que esta siendo manejado con brusquedad llorara con fuerza y hará maniobras que le permitan encontrar agarre de nuevo (reflejo de Moro). Si escucha un ruido fuerte, también llorará.

En bebés algo mayores, buscaran a su madre, le pedirán pecho, se aferrarán a ella. los que sepan gatear o caminar se acercaran a su madre o llorarán pidiendo sus brazos, seguridad.

Los niños mayores desarrollan respuestas más elaboradas: pueden evadirse físicamente de forma más eficaz, pero a veces no hay de que huir, y en este caso se evaden mentalmente intentando no pensar en aquello que temen. Por ejemplo: un niño que teme a la clase de matemáticas, puede pasarse la clase soñando despierto.

Otras veces lo que hacen es afrontar de mala manera aquello que les asusta, actuando de forma impulsiva, porque saben que si actúan de forma rápida y sin pensar no dan tiempo a que el miedo los paralice: por ejemplo, contestan muy deprisa a la profesora y sin pensar cometiendo por tanto errores.

A veces disfrazan el miedo de forma que puede hacérsenos difícil a los padres detectar la ansiedad o el miedo:

-evitación: ya sea física o mental. Cada mes ante la prueba de matemáticas tienen dolor de barriga o faringitis.

-Agresividad: ante el temor a que se burlen de el puede responder de forma violenta para acabar con el suplicio. ¿esto significa tener un problema de agresividad? no, puede parecerlo, pero solo disfraza el miedo a ser burlado.

-Proyección: culpar a los demás de lo ocurrido o de sus fracasos: no tuve tiempo de estudiar porque mi hermano me molesto, no aprobé porque el profesor no explica bien.

-Racionalización: reacciones del tipo de la zorra de la fábula (“no las quiero , están verdes”): por ejemplo un niño que teme ir al colegio o al fracaso escolar dirá: el colegio no me sirve para nada, o , no me da la gana estudiar.

-Superstición: es bastante frecuente entre los 8 y 10 años: llegar al colegio sin pisar las rallas de las baldosas para tener suerte en un examen, o llevar cierto bolígrafo o determinada prenda de vestir.

-negación: negar el miedo reduce la ansiedad a corto plazo.

¿CÓMO PODEMOS SABER SI NUESTRO HIJO TIENE MIEDO?

Más o menos hasta los dos o tres años un niño que tiene miedo lo manifiesta, tanto si es a una situación puntual (llora ante un ruido fuerte, se niega a acercarse a una persona desconocida nos dice que hay algo en su habitación o que no quiere que apaguemos la luz.) por tanto es relativamente fácil para los padres saber qué es lo que le asusta, o en qué circunstancias está asustado y a partir de ahí tratar de averiguar cuál es exactamente la causa y actuar para ayudarlo. También solemos saber que películas o escenas puede haber presenciado que le pueden causar temor.

Pero desde que un niño empieza a tener cierto nivel de vida social fuera de nuestro alcance o sea, incluso niños mas pequeños de 2 años que están escolarizados, los padres tenemos fuera de nuestro alcance y muchas veces imposible acceso a gran parte de las situaciones que viven y por tanto se hace más difícil averiguar que es lo que le preocupa o le asusta. Y por tanto debemos estar mucho más atentos e intentar averiguar cuanta más información podamos sobre que vive nuestro hijo cuando no está con nosotros.

Por ejemplo, un bebé que contempla o vive situaciones violentas en relación con la comida, puede de repente demostrar miedo a comer, o incluso miedo a la trona o a la cuchara.

Como padres observamos el cambio en su comportamiento. Puede ser que un niño que era seguro de si mismo y sociable de repente se muestre retraído o inseguro o más solitario. Deja de tener interés por los juegos. Comienza a tener problemas para dormir o para quedarse solo cuando anteriormente lo hacia sin problemas.

En niños mayores puede ser que le preguntemos si le sucede algo nos responda que no, malhumorado o de forma brusca.

Una vez más , como padres es importante no quedarnos en la superficie: ¿Qué le pasa ahora? ya empezamos otra vez a pedir agua de noche? este niño cada día es menos educado, o mas borde o más violento….. preguntémonos si estos cambios pueden deberse a algo más profundo, como un miedo.

Los adultos sabemos que cuando uno tiene una preocupación es muy bueno contárselo a otra persona. A veces solo eso conjura los temores y la ansiedad.
Pero los niños no. ¿Por qué? ¿le revelaríais vuestras inquietudes a quien está por encima de vosotras? quien está en posición de castigaros? quien parece propenso a revelar a otras personas lo que a usted le pasa? quien creyera que no le va a entender? Los niños temen el rechazo, la incomprensión el enfado y la humillación. A ver si os suenan este tipo de respuestas de nosotros como padres: “eso es una tontería”, “a ver si va a resultar que eres un miedica”, “lo tu eres es un vago”, “voy a hablar con tu profesora»
Estas son las razones por las que nuestros hijos no suelen contarnos con facilidad lo que les pasa. Unido a que muchas veces ni siquiera ellos lo saben con certeza, o carecen de mecanismos apropiados para expresarlo.

¿Cómo podemos averiguar pues que es lo que le atemoriza?

-Sistema Antecedente, Comportamiento, Consecuencia:

se anota lo que sucede inmediatamente antes de que el niño muestre la conducta preocupante (rabia, tristeza, angustia o tozudez). Luego se anota de modo detallado lo que hace el
niño: estallar en llanto, huir a su habitación, liarse a patadas con la puerta o permanecer callado durante el resto del día. Y finalmente lo que nosotros hacemos después: castigarle, reñirle, hablarle, ceder.
Otro campo que nos da información sobre las preocupaciones de nuestro hijo es el dibujo. Tanto si el niño ya sabe dibujar, como si solo garabatea, la intensidad del trazo (demasiado enérgico o demasiado flojo) la utilización de una parte muy reducida del espacio disponible para pintar, el uso de trazos agresivos (picos) siempre, así como escuchar atentamente lo que relata mientras
dibuja (tan importante como lo que plasma en el papel). Y en niños que ya dibujan figuras humanas, además de atender a lo que nos cuenta mientras dibuja, la presencia de distorsiones (piernas muy cortas o cabeza muy pequeña), omisión de partes del cuerpo (o de personas enteras). Si sabemos que un niño tiene pesadillas o determinado temor que no conocemos, podemos pedirle que nos dibuje aquello que le asusta. El hecho de dibujarlo (si quiere) le ayudara a  luchar contra ello. Dicen que dibujar una pesadilla puede ser el final de esta.
Saber escuchar: si estamos ocupados oiremos lo que nos dice, pero no le escucharemos. Se ha hecho un estudio que dice que los padres escuchamos solo la cuarta parte de lo que oímos contar a nuestros hijos. Una escucha atenta, mirando al niño, observando sus expresiones, atendiendo a lo que dice y a lo que calla, su lenguaje corporal y las emociones que refleja nos ayudará. Y ayudará al niño que al vernos atentos tal vez se sienta más inclinado a sincerarse. Para esto es fundamental no hacer dos cosas a la vez:
o hacemos la cena o atendemos al niño que nos habla. Podemos pedirle que espere un poco hasta que la cena este terminada, o posponer la cena para después de la conversación (mejor lo segundo, por supuesto si hay opción, pero lo primero es mejor que hacer las dos cosas a un tiempo). Procurar tener la conversación en un momento en que nuestro ánimo sea el adecuado (en calma).
No desestimar nunca los argumentos del niño. Es clave que no se sienta ridiculizado ni avergonzado por tener determinados temores. Ayuda mucho explicarle que nosotros también teníamos miedo de pequeños. Esto se llama validar. (escuchar, entender y no ridiculizar). Sin embargo debemos hacerle ver que le protegemos, que entendemos su miedo, pero que no nos sentimos asustados  por las mismas cosas (salvo que sea completamente cierto, se me ocurre por ejemplo, que si un niño ve una escena de guerra y le queda temor a la guerra, sería muy ridículo decirle que a nosotros no nos asustaría).

 ¿CÓMO AYUDARLE A ENFRENTARSE CON SUS MIEDOS?

Los preescolares no siempre diferencian realidad de ficción, y por tanto ayudarles a resolver sus miedos puede ser difícil.

El primer paso es hacerle saber siempre que le comprendemos, hacerle sentir querido y protegido, cuidado. Esto solo ya puede hacer gran parte del camino hacia la solución. También es necesario empalizar con sus sentimientos.
Podemos encontrar esta empatía acordándonos de nosotros mismos cuando niños escondidos debajo de la cama durante una tormenta.

Estar atentos a su comportamiento. Dedicar tiempo, y atención exclusiva harán más fácil el diagnóstico.

Monitorizar la exposición: conocer qué imágenes ha podido ver nuestro hijo, tanto en la televisión como sucesos de la vida real, que puedan haberle producido miedo. Si ha sido así y sabemos exactamente que ha visto, o no podemos evitar que lo vea, debemos hablarle con claridad y explicarle la situación. Lo que les asusta es el no entender que es lo que está sucediendo, o no saber interpretar imágenes imaginarias.

Seamos conscientes de que los razonamientos adultos no funcionan: “los monstruos no existen” no le quitará el miedo a ningún niño. Es nuestra verdad pero no SU verdad. Procuremos ser empáticos con su miedo. Hagámosle saber que entendemos que este asustado y que sabemos que tener miedo hace que uno se sienta fatal. Digámosle que nosotros estaremos a su lado cuidándole hasta que deje de tener miedo.

Utilizar palabras y caricias de consuelo. El contacto físico le ayudará a relajarse. Tanto si se muestra asustado por el día, como si lo está por la noche, nuestra presencia y contacto es fundamental. Estar a su lado, abrazarle y hablar con un tono de voz tranquilizador hará que se serene con más rapidez.
Además le haremos sentir seguro y cuidado, lo que le ayudará a madurar y superar sus miedos.

Seamos respetuosos con sus sentimientos. Aunque sus temores nos parezca una tontería, el miedo que él siente es real. Hagámosle saber que entendemos su miedo, lo que no quiere decir que demos a entender que a nosotros también nos asusta a no ser que sea real. Esto le enseñará que puede confiar en sus propios sentimientos (validación). El miedo es miedo, y no importa lo irracional que nos pueda parecer.

Hablemos con ellos de nuestros propios miedos infantiles y como pudimos superarlos.

La magia: para desactivar el poder de algunos miedos imaginarios es lícito usar la magia: spray anti-monstruos, llamadas a la fábrica de monstruos para que no envíen ni uno más a esta casa, pegatinas, muñecos o amuletos en las puertas y ventanas que le “protejan”….la imaginación al poder.

Cuando ya son un poco mayores, es bueno recordarles a que cosas tenían miedo de más pequeños y como lo superaron. También es muy positivo alabarle cualquier pequeño intento de superar su miedo actual. Esto mejora su autoestima y le anima a seguir intentándolo. Ayudarle a dar pequeño pasos: por ejemplo a un niño que le tiene miedo a los perros animarle primero a ver fotos, luego películas….o un niño que tiene miedo a la aspiradora, animarle a tocarla  mientras está apagada.

Proporcionarle conocimientos: la información siempre atenúa o elimina los temores. Si va a suceder algún acontecimiento (visita al médico, pruebas, ir al colegio) cuanta más información le facilitemos real y adecuada a su edad, mejor. Proporcionarle habilidades: enseñar a hacer las cosas de forma segura, hará que sea menos probable que tengan miedo: por ejemplo enseñar al forma correcta de subir y bajar un tobogán, o como trepar por las cuerdas, o como subir y bajar escaleras. Esto además le ayuda a aumentar su autoconfianza.

Leer historias en las que se habla de miedo, de superación de este.

Enseñar técnicas de relajación: esto es muy útil en miedos de tipo social, o situacional.
-imaginación activa: pedirle que imagine una situación de mucho estrés (por ejemplo, tiene que correr mucho porque llega tarde al cole) nosotros le añadimos detalles más estresantes (tienes que dar la vuelta porque se te ha olvidado un libro) y finalmente pedirle que imagine el relax cuando por fin llega a su mesa y puede sentarse.
-la marioneta: pedirle que imagine que es una marioneta que se mueve con unos hilos que nosotros manejamos: “levantamos” sus brazos, piernas….y finalmente cortamos todos los hilos y el niño ha de caer al suelo sin tono muscular.
-la isla de la paz: se trata de proporcionarle al niño una imagen mental de la que pueda echar mano cuando se encuentre en una situación que sienta que empieza a atemorizarle. Le describiremos una escena que sepamos que es de su gusto (un paseo con papá y mamá, por ejemplo, irá a la playa…) y añadiremos cuantos mas detalles incluyendo sonidos y olores podamos.
-otras imágenes mentales: el “osito blandito” (describir un osito totalmente relajado en su cama) o el tigre valiente, para ayudarle a enfrentar la situación con valor.

Juegos:

-pasar el puente: (2-2 y medio). Consiste en colocar un tablón estrecho sobre el suelo, y contar que es un puente que pasa sobre un río. los niños deben pasar por el puente. si demuestran miedo o inseguridad hablar con ellos sobre el tema y animarles.
-póster del miedo: hacer un póster grande con imágenes (seleccionadas por los niños) sobre escenas que les producen miedo, o en las que ven reflejado el miedo, y otras de valor o que les ayudan a ser mas valientes. Atender a la conversación mientras se elabora y ayudar a explicar los sentimientos que surgen en ella.
-fabricar una pesadilla: con unas bolsas de papel vacías, unos cartones, o un guante de goma y pinturas, el niño debe elaborar una representación de lo que personifica su miedo. hablar de ello.

Para algunos miedos concretos:
1-. miedo a los desconocidos: jamás obligar a un niño a contactar con un desconocido. permitirle al aproximación si lo desea desde la seguridad de nuestros brazos. Explicarle a la familia cercana que este temor suele ser pasajero y que se debe a una etapa evolutiva, para que no presionen al niño. A los niños un poco mayores hay que explicarles que no deben acercarse ni permitir que se les acerquen desconocidos. también que hay comportamientos que no deben aceptar ni siquiera de los conocidos o familiares. también se les puede decir que hay desconocidos que son seguros para dirigirse a ellos si se encuentran en situación de peligro o perdidos: policías, agentes de seguridad, trabajadores de una tienda, las madres de otros niños.

2-.a los truenos y tormentas: dar una explicación simple del fenómeno meteorológico (lo de los angelitos tirando bolos y haciendo pis solo me ha servido para que mi hija tenga cierta desconfianza de los angelitos). si quiere permitirle que toque la lluvia en la ventana y que contemple el espectáculo desde nuestros brazos (si lo desea). jugar mientras dura la tormenta a contar el tiempo entre el relámpago y el trueno, para saber si esta lejos o cerca.

3-.miedos nocturnos: lo primero es observar su habitación tal y como la ve el de noche. puede que veamos que la sombra de un objeto que proyectado sobre la pared pueda parecer terrorífico. o que a esas horas haya algún ruido “misterioso” como una lavadora o las ramas de un árbol que golpean la ventana. si lo que le asusta es la oscuridad, podemos jugar de día a estar a oscuras en
la habitación y buscarnos con una linterna, o a hacer sombras chinas en la pared. en cualquier caso, le permitiremos que duerma con una luz suave o la luz del pasillo encendida.

4-. a los animales: los animales son de gran tamaño para un niño y se mueven de forma impredecible. por eso les asustan. (bueno, mi hijo tiene miedo , a las moscas, y sin embargo acto seguido en la calle le da un beso en los morros a un dogo que le triplica la altura).

Puede ayudar enseñarle al niño fotos del animal que le asusta, luego películas para que lo vea en
movimiento, y finalmente permitir que nos vea aproximarnos con prudencia sin asustar al animal y siempre habiéndole preguntado previamente al dueño si éste es tranquilo y si le gustan o no los niños y los desconocidos. Así le enseñamos al niño a aproximarse con seguridad a los animales.

5-.a los ruidos fuertes: permitir al niño tocar y jugar con el objeto ruidoso (batidora, secador de pelo, aspiradora, taladro) estando apagados (y desenchufados por supuesto). intentar encenderlos solo cuando el niño está descansado y podamos sostenerlo en brazos. si no es posible, no utilizarlos con el niño en casa.

6-. al váter y a los desagües: bañar al niño en una tina sin desagüe o asearlo con la esponja mientras dure el miedo. no dejar correr el agua ni para llenar ni para vaciar la bañera con el niño dentro. si tiene miedo al váter utilizar un orinal. y si tiene miedo al ruido de una cisterna, permitirle que espere fuera del baño mientras nosotros lo limpiamos.

Artículo escrito por Solecilla.


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